Los terceros molares o “cordales”, coloquialmente conocidas como “muelas del juicio”, reciben este
nombre porque erupcionan cuando el individuo comienza a tener juicio, cordura o sentido común; lo
que sucede por lo general, entre los 18 y 22 años. Pero, la mayoría de los terceros molares no lo hacen o
lo hacen de forma inadecuada, quedando incluidos o retenidos, dando lugar a episodios inflamatorios e
infecciosos principalmente.
Los terceros molares inferiores son los dientes que con mayor frecuencia no salen y se quedan incluidos
dentro del hueso sin erupcionar (35% de la población).
Dos son las razones del porqué se quedan incluidas las “muelas del juicio”. Una se refiere a los cambios
en la dieta que han tenido lugar en el transcurso de la evolución del hombre, pasando de ser más
abrasiva a más elaborada y la otra se refiere a los cambios en la evolución del hombre, donde el
aumento de la capacidad craneal produce cambios en la situación de la mandíbula originando una
reducción del tamaño del arco mandibular y una falta de espacio para los terceros molares.
El caso es que las “muelas del juicio” dan lugar a una gran cantidad de patologías: dolor, inflamación,
infección, complicaciones mecánicas, alteraciones nerviosas, quistes o tumoraciones y en muchas
ocasiones deben de ser extraídas; lo que hoy en día puede ser realizado con anestesia local en la clínica
dental en la mayoría de los casos.
Por lo tanto, cuando comienzan estos síntomas se recomienda acudir al odontólogo, al ortodoncista o al
cirujano oral para que realizar un diagnóstico correcto. La exploración y las técnicas radiográficas
adecuadas (radiografía panorámica o tomografía -TAC-) van a ser fundamentales para determinar si las
“muelas del juicio” deben ser extraídas.
Es importante hacer una revisión con el ortodoncista o el cirujano oral al final de la adolescencia para
evitar cualquier inconveniente relacionado con las muelas del juicio.
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